Anécdotas de la hipotenusa

Resumen. Esta campanita incluye algunas historias suscitadas por mi relacionar a Jesús con el concepto de la hipotenusa. El escrito y un fragmento de su canción “Togogán certero” se pueden escuchar aquí: (en proceso)

El fragmento también se puede escuchar al final del texto.

La Presentación del blog provee información acerca del propósito de estas campanitas y la Organización del mismo muestra cómo las entradas se agrupan por categorías. Esta entrada pertenece a las categorías “Jesús, el equlibrio, la hipotenusa y X = Y” y “Campanitas vivenciales”.


La conferencia La hipotenusa: el camino de la paz, también llamada La geometría del amor”, “Turbulencia, hidrología y paz”, “Jesús, la hipotenusa, el único camino al Padre”, “¡Oye, decídete a amar: usa la hipotenusa!, Santo matrimonio: por la hipotenusa, y La ciencia lo confirma: sin Cristo no hay paz, es la que más he compartido en mi vida de maestro.

En esta campanita evoco algunas anécdotas y vivencias, tanto significativas como simpáticas, que han sucedido en el transcurso de los años cuando he intentado enseñar por qué Jesús está simbolizado por la hipotenusa de un triángulo rectángulo, cual resumido, por ejemplo, en la campanita anterior

… En el año 2002, y con un fuerte terremoto incluido, tuve la alegría de visitar por primera vez la bella Puebla de los Ángeles en México para participar en una conferencia sobre Ciencia y Religión en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla. Este fue el mismo evento ya mencionado en una campanita de Cuaresma en la que aparecieron, de una manera insospechada, las letras alfa y Omega, así precisamente, en un diagrama importante de la física.

Para la ocasión me fue permitido compartir la ponencia con su título más común, La hipotenusa el camino de la paz”. Al darme cuenta que acaso pocas personas irían a escucharme, al ser la mía la última charla concurrente en el último día del evento, hice lo que nunca más he vuelto a hacer. Me posicioné en el corredor externo a las aulas y me dediqué a invitar a los que pasaban, diciéndoles que no se perdieran mi plática, la cual era única pues ligaba expresamente cuestiones de ciencia y de fe e invitaba decididamente al amor de Cristo.

Cuando llegó mi momento, tenía ante mí unas veinte personas que incluían varios sacerdotes célebres—¡valga la redundancia!—y un miembro de la Academia Pontificia de la Ciencia con nombre de arcángel. Hice lo que pude en el corto tiempo que tuve (unos veinte minutos) y al final, para resumir y como suelo hacerlo, canté un fragmento de mi canción X = Y y también apartes de otra canción alusiva al tema llamada 6 0 9.

Todo terminó muy bien, con la debida camaradería de un bello evento compuesto por bellas personas, y procedimos, algunos de nosotros, a tomar unos taxis que nos llevarían a un buen restaurante en el que degustaríamos el famoso Mole Poblano. Cuando estaba yo en la calle, esperando en una esquina, se me acercó el sacerdote mexicano Alfonso Miranda quien súbitamente me dio un abrazo de oso y procedió a alzarme, subiéndome del piso y bajándome después. Entonces, con toda emoción me dijo: ¡tú estás loco y ya quisiera estar tan loco como tú!. Y luego de una breve pausa agregó:¡cuando empezaste la plática pensé que eso no tenía nada que ver con nada, pero cuando lo explicaste, eso tiene que ver con todo!

Sobra decir que recuerdo con mucha alegría dicho abrazo, tanto significativo como inesperado, y al otro día, cuando nos despedíamos, llegaron nuevas sorpresas. Algunos de los sacerdotes presentes—que hoy son mis amigos—bendijeron mi ministerio, incluido el Padre Rafael Pascual (ya citado anteriormente aquí después que temblara) quien me ha invitado varias veces a compartir en Roma, otro, también español, quien trabaja en el Vaticano y con nombre de rey mago, el Padre Melchor Sánchez de Toca y Alameda, quien me dijo, posteriormente, que mi charla era la forma más original que conocía para hablar de Cristo, y el nombrado científico célebre con nombre de arcángel, Rafael Vicuña, que repetía una y otra vez al despedirnos : ¿entonces, hay un solo camino?, a lo que yo le dije que eso era lo que había mostrado …

… En el verano del año 2004 asistí a una curiosa conferencia que se llevó a cabo en Star Island, una isla situada en la costa de New Hampshire, Estados Unidos, y tan pequeñita que su perímetro se recorre en menos de una hora.

El evento se desarrolló en un ambiente relajado y particularmente comunal y allí me fue permitido compartir la misma ponencia La hipotenusa el camino de la paz dos veces, cada una de una hora y en inglés. Recuerdo que en la primera ocasión asistieron unas diez personas, incluido el Profesor George Fisher de John Hopkins University, quien fue el organizador que me abrió las puertas para asistir al evento.

Sucedió que después de la charla y al ir a mi cabaña a buscar una chaqueta para guarecerme del frío de la niebla, me tocó por suerte escuchar el final de una conversación entre el profesor George y un Sacerdote Jesuita del Observatorio Vaticano que asistía a la conferencia. Lo que oí, sin querer, fue breve pero significativo. El profesor le dijo al sacerdote: Have you heard the talk by Puente? This guy has it all figured out!”—“¿Has escuchado la charla de Puente? ¡Este tipo lo tiene todo entendido!

Quedé estupefacto ante semejante halago. Cuando volví a repetir la conferencia, sin embargo, el Ministro de Dios no vino y así no tuve cómo saber su opinión. Fue una pena que no hubiera venido, pero me quedó el consuelo de una dama—cuyo nombre no recuerdo——que auguró que mi parábola La Hipotenusa iba a aparecer en la lista de los libros más vendidos del periódico New York Times, lo cual, aunque no se vislumbra, puede suceder, si Dios lo quiere …

… Y siguiendo con las anécdotas, por allá en el año 2002 y aquí en la Universidad de California, Davis, un grupo de estudiantes palestinos organizó una exhibición en una zona verde central del campus y allí instalaron un conmovedor cementerio hecho de lápidas de cartón, que incluían el nombre y la edad de los fallecidos en el conflicto perenne con los israelitas.

El espectáculo me estremeció por su magnitud y aunque mi primer instinto fue continuar con mis actividades yendo hacia la biblioteca, me devolví a ver quién había hecho tal trabajo y así conocí a los responsables, que incluían a un activista ex-estudiante de la universidad y con nombre de profeta. Éste me reconoció como profesor, no directamente de él pero sí de un amigo suyo, y así entablamos una conversación. Después de diversos intercambios, le dije a Elías y a sus colaboradores más jóvenes si tenían tiempo para explicarles cómo resolver el conflicto de una vez por todas.

Una vez me dijeron que sí, allí, en una mesa al aire libre, les expliqué “La Hipotenusapaso a paso. Tal y como se explica en el blog en las campanitas Jesús, el equilibrio y Jesús, la hipotenusa, les hablé primero de unos procesos matemático-geométricos que describen cómo ocurre la fragmentación, luego les mostré cómo dichos procesos dan lugar a las bien llamadas escaleras del diablo, posteriormente les ilustré cómo las ideas se relacionan con la turbulencia natural y con la que nosotros mismos creamos, y finalmente, empleando toda lógica, les expliqué cómo la rectitud y el amor de Jesús son la única solución para arribar a la paz y a la verdadera fraternidad.

Cuando llegamos al final, los allí presentes dijeron al unísono:¡usted tiene que explicarle esto a Sharon!”, el primer ministro de Israel en esos días, y créanme que intenté hacerlo enviando mis escritos por esas latitudes. Nunca recibí respuesta alguna, lo cual también ha sucedido con diversas personalidades, incluyendo presidentes de naciones, pero guardo esperanzas que, en su momento, o sea cuando Dios quiera, las ideas lleguen a ser útiles para enseñar el amor y así educar el mundo hacia Jesús

… Y siguiendo con líderes famosos, evoco ahora un incidente en La Habana sucedido después de mi larga entrevista con el gran cantautor Silvio Rodríguez en el 2004, relatada antes en el blog aquí. Resulta que la conferencia acerca de la complejidad a la que asistía se encontraba en un pequeño receso y de pronto se oyó un rumor que fue creciendo y que llegó a dominar el espacio. Era que el mismísimo Fidel Castro había venido a la ceremonia de clausura de otra conferencia concurrente que tenía lugar en el mismo Centro de Convenciones. Allí estaba él muy activo, aunque los reportes del momento decían que estaba muy mal de salud.

Cuando supe que era él, instintivamente saqué de mi morral un artículo mío acerca de “La Hipotenusa” (el que se encuentra aquí) y salí a correr hacia el líder. Mi buen amigo José de La Luz Montero, ya nombrado en otra campanita que relata cuando volví a Cuba para participar en la primera conferencia acerca de la complejidad organizada en la isla, seguramente me salvó la vida gritando: despacio que te pueden matar.

Estuve a menos de un metro del hombre ataviado de verde oliva y quien hablaba muy concentrado con alguien que yo no conocía mientras se retiraba muy despacio del recinto. No tuve cómo interrumpir la conversación a pesar de la cercanía. Un guarda me preguntó qué quería y a él le di el artículo para su jefe. No sé si el presidente lo recibió o no o si lo leyó o no, y así mejor no especulo pues en verdad no sé. Ciertamente me habría gustado poder hablar con él, pues acaso hubiera entendido, por su educación con los Jesuitas, que el único sistema que funciona es el del amor, ni el capitalismo que aborrecía ni su comunismo obstinado, sino el amor de Cristo

… En el año 2010 en Bogotá, me invitaron a compartir una charla Turbulencia, hidrología y pazen la Universidad del Bosque, especializada en el área de la salud. Recuerdo que la audiencia, compuesta por unas treinta personas, estaba elegantemente vestida.

Al igual que a los muchachos palestinos y en todas mis conferencias al respecto, todo fue explicado paso a paso, con la debida lógica, permitiendo que los presentes comprendieran el mensaje despacio. Luego de finalizar con un par de canciones, se me acercó un hombre ataviado de corbata (como yo, cada vez que comparto) y me dijo muy serio, ¿le ha explicado esto usted a los judíos?, a lo que no supe qué decirle. Pero él, antes que pudiera yo responder algo, me interrumpió repitiendo con voz más alta, ¿le ha explicado usted esto a los judíos? a lo que él mismo respondió: ¡Yo soy judío y entendí!. Es decir, este hombre elegante comprendió que Jesús es, en efecto, el único camino al Padre

… Algunas de estas historias, cual variadas custodias albergando el Santísimo, y aquí todas halladas dentro de la campana de Gauss y coloreadas como la bandera de Colombia, forman parte de mi correspondencia (tristemente unidireccional) hacia el Papa Francisco, con quien deseo poder hablar para intentar explicarle, de la ciencia a la fe, que el ecumenismo solo tiene sentido llamando a todos hacia Cristo, en efecto, el único camino dado a nosotros para nuestra salvación (Hch 4:12).

Para finalizar, a continuación viene una canción con ritmos vallenatos colombianos que enfatiza la rectitud de la hipotenusa cual tobogán hacia el origen. ¡Que la buena locura que el Padre Alfonso Miranda comprendió en Puebla se propague y que la genialidad de Cristo, cual elogio regalado por mi amigo el Padre Lino Otero a raíz de mi plática grabada “Del Nobel a la paz”, toque muchos corazones!

Y siguiendo con lo que parece “imposible”, ¡que la alegría del gran triunfo en el Tour de France 2019 de Egan Bernal sirva para recordar que la paz también se puede alcanzar! ¡Que el gran Himno, tal y como lo entonamos ayer en la ciudad de Zipaquirá conectados con Paris (ver debajo), suene plenamente y sea el lema para nuevas conquistas en todo ámbito!

¡Que viva Colombia!

TOBOGÁN CERTERO

Inspirada por Alfredo Gutiérrez…

Ten cuidado: ¡ningún otro camino llega!

Confiado en tus promesas
volando contento,
centrado en tu palabra
para compartir,
soñando buen futuro
abrazando lo cierto,
sumido en tu victoria
invitando a reír.

Trenzando nuevos versos
dotando tu aliento,
con amistad preclara
animando a cantar,
con la paz por escudo
oh vital sustento,
esgrimiendo tu gloria
oh fuerza colosal.

Tobogán certero
ay mi frenesí,
es tu verso
siempre sincero:
en ti soy feliz.

Tobogán del credo
que en fe yo elegí,
por tu signo
se aleja el miedo:
en ti voy feliz.

Creciendo en un silencio
gozando el momento,
oh número infinito
nueves para amar,
oh capullo increíble
inefable misterio,
promesas que son vida
ay guiños pa’ velar.

Siguiendo tu camino
ritmos predilectos,
convergiendo a la cita
oh premio sin igual,
ardiendo del deseo
por llegar a rosa,
ciencia de mis amores
oh verso esencial.

Tobogán certero
ay mi frenesí,
es tu verso
siempre sincero:
en ti soy feliz.

Tobogán del credo
que en fe yo elegí,
por tu signo
se aleja el miedo:
en ti voy feliz.

Puente de paz

Ay no te miento
Él sí me ama
gracias le doy,
llena mi centro
dota mi alma
con Su esplendor.

Así hoy lo siento
yo sí lo amo
gracias le doy,
sana mi vida
lo llena todo:
es mi Señor.

Puente de paz

(abril 2005/abril 2019)

Canción registrada ASCAP copyright © 2022 by Carlos E. Puente

Un fragmento de la canción a capela se puede escuchar aquí…

Si lo desean, aquí pueden escuchar una charla reciente sobre la hipotenusa …

jaja

Esta entrada fue publicada en Campanitas. Guarda el enlace permanente.