Resumen. Esta campanita cuenta la tristísima historia de dos crímenes que vivimos recientemente en mi ciudad de Davis en California y provee, ojalá, un poco de esperanza para todos nosotros intentando reflexionar acerca de lo que es la compasión. La canción alusiva “Geometría” se puede escuchar leída aquí:
La Presentación del blog provee información acerca del propósito de estas campanitas y la Organización del mismo muestra cómo las entradas se agrupan por categorías. Esta entrada pertenece a las categorías “Campanitas vivenciales”, “Campanitas numéricas” y “Acerca del matrimonio”.
A finales del mes de abril del año en curso, 2023, sucedieron aquí en Davis, mi ciudad universitaria usualmente tranquila y plácida, cosas realmente extrañas, atípicas y extremadamente dolorosas. Resulta que un estudiante de la universidad que deseaba ser médico, un muchacho de 21 años, fue expulsado del claustro muy seguramente por bajo rendimiento académico, y a los dos días apareció acuchillado un miembro prominente de la ciudad, David Breaux, un hombre bueno y pacífico de 50 años que le dedicó su vida a llamar la atención acerca de la compasión preguntándole a la gente cuál era su propia definición, y dos días después apareció muerto de la misma manera, y a dos cuadras de su casa, el hijo de un amigo y colega muy cercano, Karim Abou Najm, un muchacho genio de 20 años que se graduaba con honores en computer science seis semanas después y quien ese día había ganado un premio en una conferencia junto a su mejor amigo Aman Ganapathy. Tristemente, las autoridades afirman que los crímenes los cometió el muchacho de 21 años quien fue apresado rápidamente.
David Breaux, el hombre de la compasión
Tuvimos pues sentidos sepelios, algo raro para mí en este entorno universitario en donde se maquilla el morir. Toda la comunidad de la ciudad y alrededores, hasta la capital Sacramento, estuvo muy impactada y temerosa mientras el asesino andaba suelto y aparecimos hasta en las noticias a nivel nacional. En medio de toda la locura, en mi familia sufrimos momentos muy duros. Mi esposa y mis hijas conocían de cerca a la familia de Karim (abajo a la derecha), pues los padres y hermanita del occiso vienen a casa a jugar ping pong y allí, un par de semanas atrás, habíamos festejado el cumpleaños de mi colega libanés Majdi al son de una de tarta de chocolate.
Aman Bataphany y Karim Abou Najm, genios y mejores amigos
Esta campanita, la setenta y dos de mi cosecha—ojalá exitosa como un palo durísimo que requirió 72 hacheros para cortarlo, para hacer una alusión inesperada a un son famoso del ciego maravilloso Arsenio Rodríguez—incluye un escrito en honor a David y Karim, uno que se basa en mi propia respuesta a la pregunta que David hacía a los transeúntes de las calles de Davis, la cual espero sea útil para sanar, al menos un poco, la desazón que sentimos en estos momentos tan impactantes que reflejan una injusticia, en verdad, incomprensible.
Así pues, a continuación incluyo la traducción al español de un escrito que he pulido en inglés «The geometry of compassion», el cual confío aparezca en el periódico de la ciudad y acaso en el de la capital Sacramento y el cual deseo poder leer en la ceremonia de graduación de Karim, en donde también se gradúa su mejor amigo Aman. Les pido, por favor, que oren por estas intenciones…
Un rosetón de 50 puntas dentro de la campana en honor de David Breaux
LA GEOMETRÍA DE LA COMPASIÓN
En honor de David Breaux y Karim Abou Najm
Queridos Amigos,
Mi nombre es Carlos Puente. Soy profesor emérito de UC Davis, en donde serví orgullosamente en el Departamento de Tierra, Aire y Recursos Hidráulicos por 35 años. Al ser una persona que comúnmente fue al centro de la ciudad a almorzar durante mi carrera, yo vi al “hombre de la compasión”, David Breaux, muchas veces en las calles de Davis. Como Karin Abou Najm es el hijo de un colega mío, Majdi, y como una amistad cercana ha florecido entre su familia y la nuestra durante su estancia en UC Davis, escribo estas reflexiones con muchísimo dolor.
Confiado en poder contribuir un poquito a nuestra comunidad universitaria y a la ciudad de Davis y más allá, deseo compartir aquí lo que le escribí a David Breaux cuando le presté mi atención e intenté contestar su importante pregunta: ¿qué es la compasión? Contrario a su expectativa de que usara palabras, escribí en su libreta dos ecuaciones matemáticas, dos fórmulas, algo que he compartido por casi veinte años en un seminario de primer año en UC Davis llamado Caos, Complejidad y Cristiandad. Tales expresiones son 1 + 1 = 1 y 0 + 0 = 00, la primera escrita verticalmente y la segunda dibujada horizontalmente.
Lo que trataré de hacer aquí es explicar por qué tales fórmulas no son tan tontas como parecen, pues ellas nos permiten contemplar algunos rasgos importantes acerca del amor y del concepto de comunidad, los cuales pueden ser útiles para aquellos estudiantes que se están graduando, y también para los demás afectados por la trágica muerte de David y Karim.
Lo primero que ha de decirse es que cuando el amor verdadero opera, 1 + 1 nunca es igual a 2. En vez de eso, es un uno, en realidad un uno más grande, más largo, que refleja tanto la unión como la unidad de aquellos involucrados en relación, algo que puede recordarse fácilmente colocando un dedo índice encima del otro verticalmente.
Si se piensa un poco al respecto, se puede observar que tal dictamen inestable de la unidad no es tan arbitrario como puede parecer, pues es una máxima conocida acerca del matrimonio, ‘los dos se harán uno’, y tal imagen ciertamente sirve para recordar cómo deberían ser las cosas, pues si nuestras relaciones amorosas suman dos, es porque tales uniones no son sanas al estar fracturadas y, por tanto, requieren de enmiendas. Claro, el satisfacer esta fórmula, 1 + 1 = 1, no es trivial, pues requiere, como todas las parejas de casados lo saben, de un alto grado de carencia de egoísmo y una constante adaptación, lo cual implica colocar a la otra persona primero, al esposo o la esposa amados.
Claramente y en la unión amorosa de la geometría, la misma fórmula aplica en nuestras relaciones de amistad y hermandad. De una manera notoria, Karim tuvo una dicha relación con su mejor amigo Aman Ganapathy, otro genio de los computadores. Tal y como lo supimos en un bellísimo homenaje a Karim, 1 + 1 = 1 sucedió en ellos de formas muy especiales: en sus conversaciones diarias las cuales duraban al menos dos horas, en los regalos clarividentes que compartían, y seguramente en la magia del uno más grande que provino del que soñaran cambiar el mundo juntos.
No hay espacio entre dos que se aman, he argumentado repetidamente en mi clase seminario. Esto es algo a lo que estamos convocados mediante el más famoso de los mandamientos, esto es, ‘amaos los unos a los otros’ y tal representa, pienso yo, la única manera en que podemos construir comunidades felices y robustas en las que queremos vivan nuestros hijos e hijas, la única forma en que puede surgir la camaradería profunda que deseamos tener en la universidad, en la ciudad de Davis y más allá. Sin lugar a dudas, el amor es el pegamento que nos lleva a nuestro mejor destino, en donde la generalización obvia de la fórmula provee unidad y unión, esto es, 1 + 1 + … + 1 = 1. Nuevamente, ésta se debe visualizar verticalmente, y su flujo positivo (tal y como se observa en signos más que son también cruces que reflejan el dolor de no ser exitosos) es el único que permite soñar juntos, para reconciliar y perfeccionar nuestras familias, ciudades, países y el mundo en general.
La otra fórmula, muy seguramente algo extraña, 0 + 0 = 00 o cero más cero igual a infinito, es algo que estoy seguro ya están entendiendo por ustedes mismos, uniendo los dedos índice y pulgar de ambas manos y juntando las dos manos, para llegar a la figura familiar de la lemniscata, el símbolo del infinito. Claro, nada más nada es nada, y tal aplica a recursos perecederos, como el dinero, por ejemplo, pero los ceros que esta ecuación contiene y une no son ‘nadas’ sino dos personas nada pretenciosas, personas compasivas, abiertas la una a la otra y comprometidas hasta la médula, como Karim y Aman o el Rey David y Jonatán, esto es, dos amigos sin egoísmo, los cuales también deben ser los cónyuges en matrimonio. El punto es que estos dos ceros (o más) en su humildad individual, juntos experimentan el destello eterno de una conexión profunda, y así definen el infinito geométrico que refleja lo divino que ilumina la vida.
Una persona que vive el estado dichoso del cero contantemente es uno que lo hace de una manera altruista y generosa, un individuo comprometido y feliz, pendiente de los demás, una persona pequeñita pero fuerte, que está bien reflejada por la noción del santo, esto es, alguien rendido a ayudar a los demás, como nuestro pacifista David, con su halo en su cabeza definiendo adecuadamente el cero en la ecuación. Esta es, claramente, la imagen de un individuo poco usual conectado con lo divino, ciertamente algo raro en estos días, pero tal concepto representa un símbolo adecuado de un estado profundo para todos nosotros, pues como se nos ha dicho, por aquel que nos convoca al amor, debemos ‘ser perfectos’, esto es, debemos ser santos y este es otro llamado al amor esencial, el cual refleja nuestra más profunda vocación.
Claramente, esto tampoco es trivial, pero la santidad abre la puerta para realmente conectarnos los unos con los otros, pues cuando dos o más de ellos están de acuerdo, lo divino por el medio provee sin límite, dando lugar al infinito del lado derecho. Dos o más, aparentemente sin poder, pero santos, al satisfacer su poder del cero en sus vidas, en verdad son muy poderosos, y esto es alentador, pues esto no sucede individualmente sino en la bondad compartida.
Tal y como es bien conocido, aunque no sea obvio, cualquier número, excepto posiblemente el cero, elevado a la potencia del cero es igual a uno (¡esto es cálculo profundo!) y entonces una persona santa, comprometida con la bondad y empoderada por una aparente carencia de valor, como no actúa por egoísmo sino por amor, posee una unidad interna que le permite, a él o a ella, ser un eslabón comprometido, un fiel 1, en la fórmula 1 + 1 = 1, y un fiel 0 en la fórmula 0 + 0 = 00. Esto explica por qué, al final, el cero y el uno son las dos caras de la misma moneda que nos permite apreciar lo que se requiere para que el amor funcione. Pues sin el cero en nosotros, no tenemos verdadera unidad y sin unidad interna, no es posible construir relaciones amorosas verdaderas y mucho menos una comunidad.
Claramente, y lo repito una vez más, todas estas nociones son fáciles de visualizar, pero difíciles de satisfacer, pues su implementación, al requerir recordatorios constantes, el reconocimiento de errores, el extender el perdón a los demás y el pedir el perdón, está comúnmente obstaculizado por el ego que se nos atraviesa. Claro, el amor representa un bello y constante viaje y cuán errado es darlo por sentado pensando que lo entendemos todo. Sin embargo, aunque todo esto es verdad, estas expresiones, estas fórmulas que contienen signos igual y mases que unen el 0, el 1 y el infinito, resultan mostrarnos el camino, pues ellas también nos muestran, de una manera lógica, que no hay otro camino posible. La paz interior sucede solo cuando nos comprometemos humildemente a hacerle el bien a quienes encontremos, cuando compartimos nuestra vida con la debida compasión, y cuando experimentamos el delicioso sello del infinito con el que nos sorprende el espíritu del amor.
Antes de resumir estas palabras mediante un poema-canción de mi autoría, deseo compartir otra ecuación que le ayudó a mis estudiantes a entender la dinámica del amor. Esta es 1 = 0.999…, con un número infinito de nueves. Si el 6 es el espiral negativo, cuyo movimiento hacia adentro corresponde al remolino turbulento y egoísta, el 9 representa el espiral positivo, el amor que siempre viaja hacia el otro. Así, si usted desea lograr la unidad dentro de sí, la solución es ciertamente el volverse santo: simplemente empiece de nuevo, desde el principio con un ‘cero punto’, y ame, ame, ame y siga amando. Y si de alguna manera esta cadena se rompe, enmiende lo necesario y simplemente repita el algoritmo…
Agradeciéndoles su atención, aquí está el poema-canción “Geometría”. Espero que aquellos que se están graduando lo lleven consigo cuando vayan a conquistar el mundo. ¡Mis felicitaciones sinceras para ellos!
Un rosetón de 20 puntas dentro de la campana en honor de Karim Abou Najm
GEOMETRÍA
Dos fórmulas acerca de la compasión:
1 + 1 = 1
0 + 0 = 00
Preguntándote acertijo
doy comienzo a mi canción,
preguntándote acertijo
doy comienzo a mi canción.
¿Es cero más cero, cero
y la suma de unos, dos?
¿Es cero más cero, cero
y la suma de unos, dos?
Porque mira aquí te explico
que el asunto no es banal,
que el amor provee la clave
para saber contestar.
Pues si pares se reúnen
y con fe siguen el don,
Él contesta sin reserva,
pequeñitos suman tó.
Y si ellos bien caminan
con justicia y con candor,
al buscar el fiel destino
su distancia se acabó.
Así pues, ves en dibujos
como el más dota razón,
y en sencilla geometría
bien entiendes del amor.
Shanti Setú…
Uno más uno, un uno más grande,
cero más cero, un todo vibrante,
uno más uno, unidad, un hito,
cero más cero, el infinito.
Ay dos santitos no valen ná,
sino todito por libertad,
buenos hermanos no suman dos,
sino armonía que prosperó.
Cero más cero no suma ná,
sino lo eterno por caridad,
uno más uno no da dos,
sino lo recto que ya venció.
Poder del cero, oh realidad,
el cero en el uno da claridad,
reinado de nueves ay el amor,
abrazo perenne, la compasión.
Uno más uno, un uno más grande,
cero más cero, un todo vibrante,
uno más uno, unidad, un hito,
cero más cero, el infinito.
Oh David Breaux
hermano de amor,
Karim Abou Najm
grandeza inmortal.
(noviembre 1997/mayo 2023)

La poesía-canción leída se puede escuchar aquí…