A translation of this entry into English is here.
Resumen. Esta campanita relata cómo llegó a mí la canción “Oh Virgen preferida”, la cual fue interpretada 17 años después en la “Mañanitas de la Virgen de Guadalupe”, allí mismo en su Basílica en Ciudad de México en 2021. La versión definitiva, interpretada por Fabiola Jaramillo, se puede escuchar aquí:
La canción también se puede escuchar y visualizar en un video grabado en la Basílica con enlace a YouTube al final del texto.
La Presentación del blog provee información acerca del propósito de estas campanitas y la Organización del mismo muestra cómo las entradas se agrupan por categorías. Esta entrada pertenece a las categorías “María madre de Dios”, “Virgen de Guadalupe” y “Campanitas colombianas”.
Durante la vivencia lejos de la patria hemos tenido la alegría de contar con buenos amigos que han hecho más llevadero el “exilio” de vivir en el extranjero. Prominentes entre ellos ha habido un grupo fiel aquí en Davis liderado por José Nel Becerra y Tina Castillo, quienes además han sido baluartes para muchos estudiantes latinoamericanos en la Universidad de California.
Dadas sus claras dotes musicales y su energía vital, por años ellos organizaron, con sus hijos Felipe y Carlos y diversos amigos — entre ellos Fernando Duarte y Germán Vives — un bello evento llamado La Serenata Colombiana, el cual se llevó a cabo en la primera semana de diciembre para hacerlo coincidir en lo posible, aunque no religiosamente, con el “día de las velitas”, preámbulo de la fiesta celebrada para conmemorar, el día 8 del infinito rotado, la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María.
Para mi alegría, en el 2004 me invitaron por primera vez a ser parte de la serenata y así sumarme a “Los Primos” en la sección de percusión, en la que me defiendo casi cual si fuera cubano. Ante una audiencia entusiasta interpretamos canciones colombianas provenientes de diversas regiones del país y recuerdo, con particular gozo, el cariño de la gente y la deliciosa y refrescante “agua de panela” que se sirvió al final. Fue un día espléndido que dio lugar a otras presentaciones y a muchos gratos momentos …

… La semana siguiente era la última de clases y yo estaba muy ocupado preparando un afiche que presentaría en San Francisco el día 14 de diciembre en la conferencia de otoño de la Unión Americana de Geofísica. El trabajo era particularmente relevante para mí pues cerraba una trilogía basada en mi entender de la Ciencia a la Fe, atreviéndome a presentar ante mis colegas, y en un contexto dispar, algo en verdad inesperado: un modelo de la Santísima Trinidad, algo parecido a lo que no hace mucho tiempo compartí en Roma en una conferencia llamada ¡Hágase la luz! — lo cual también forma parte de un ciclo de conferencias cortas y recientes para este 2025 en que pulo este escrito.
Haciendo una breve pausa en el relato, los invito, cordialmente, a estudiar tales charlas, y esto lo digo precisamente hoy, en este 9 de diciembre del 2025, cuando conmemoro con toda alegría el aniversario 21 de mi canción a Ella, La Inmaculada, aquella Madre Santa que alabamos empleando diversos títulos más que merecidos, así nos digan que, en adelante, algunos de tales apelativos han de ser inapropiados. Las charlas están aquí, y al ser ellas mi perla inesperada como científico, los exhorto a que no dejen de considerarlas.
Regresando al relato original, para evitar distracciones en la universidad, le pedí a mi Marta que me dejara trabajar en casa y que se llevara a nuestras hijas Cristina y Mariana en la tarde, después de la escuela, para poder inspirarme mejor. Contrario a mis deseos, Mariana, quien entonces tenía 5 años y cursaba el kínder, irrumpió un día emocionada en la oficina y me preguntó, “¿quieres oír lo que voy a decir la semana entrante?” — esto es, en una recreación de la Navidad en la que ella iba a ser un ángel con alitas y halo plateados y vestida de blanco brillante — y, claro, yo le dije que sí. Me dijo llena de entusiasmo y en inglés sus palabras memorizadas, “gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor” (Lc 2:14) y de mi parte supe, al instante, que no debía buscar más con qué expresión terminar mi afiche.
En medio de la semana recibí una llamada de parte de mi “prima” Marisa Escobar, alguien que he considerado más como una hermana, en la que me invitaba a acompañar al grupo el siguiente domingo cuando se celebraba, el 12 de diciembre, el día de Nuestra Señora de Guadalupe. Dije que sí, con alegría, y a su vez le pregunté qué cantaríamos, y ella me dijo que simplemente lo mismo de la serenata, tal y como ya habían hecho varias veces en el pasado. Sabiendo del amor de los mexicanos y muchos más a su Reina, a mí me pareció que eso no debería ser así, pues las canciones que hicimos, aunque hermosas, no eran alusivas a Ella.
Así, en medio de la escritura del afiche, la contribución de mi Mariana y el hecho que ese viernes compartiría en la última clase de hidrología la charla “La hipotenusa el camino de la paz” — hoy por hoy también conocida como Del Nobel a la paz — de la noche del jueves al viernes, del 9 al 10 de diciembre, me apropié de la melodía de una sentida canción colombiana llamada “Pueblito viejo” del Maestro José A. Morales, que es como un himno patrio y que habíamos interpretado en la serenata, y le cambié los versos para escribir la canción, que con el título de “¡Oh Virgen preferida!” se puede escuchar mal cantada por mí a capela aquí.
De viernes a sábado, después de mi conferencia en la que explicaba por qué es bueno evitar los diabólicos catetos relacionados con la división — también hallada en la serie reciente de charlas cortas — pulí lo escrito un poco y le canté la melodía primero a mis suegros Enrique y Gloria y luego, por teléfono, a mis padres Carlos y Connie en Colombia. A todos les gustó mucho y me lo dijeron emocionados y a Gloria además se le salieron las lágrimas, lo cual corroboró que la composición había quedado bien.
Cuando llegó el momento de la presentación, al otro día en Su día, no se hizo, al no estar debidamente ensayada, pero días después, cuando empezaron las novenas navideñas incluyendo primos y no primos, la plegaria, con bella introducción de guitarra de mi “primo” y tocayo Carlos Rueda, se convirtió en el último villancico, lo cual se repitió así, por años.
Cuando fui a San Francisco el día 14, y además celebrábamos a uno de mis santos favoritos, San Juan de la Cruz, me atreví a cantar mi tonada ante una réplica de la tilma milagrosa, ésta hecha con mosaicos multicolores, en la muy hermosa Catedral de Santa María de la Asunción, en la cual, hoy por hoy aún en el 2025, preside un fiel y valiente líder con “corazón de león” quien, al cumplirse 100 años de las apariciones de la Virgen en Fátima, consagró su Arquidiócesis al Inmaculado Corazón de María.
A propósito, el afiche fue bien recibido por los que estaban destinados a hacerlo y ese bello día tuve un sentimiento dulce de misión cumplida …

… Y bueno, habiendo pensado por años que mi canción pudiera llegar a ser una sentida ranchera para ofrecérsela a Ella en la celebración de sus mañanitas, el día anhelado llegó 17 años después cual explicado aquí. A continuación, se halla la letra final, seguida por la magistral interpretación de la canción por Fabiola Jaramillo con un bello arreglo de Lázaro Alemán, la cual expande la versión original con la adición de otra estrofa al final. ¡Vaya si es cierto, y lo puedo decir, la perseverancia fiel dota buenos frutos!
¡Que viva la Virgen de Guadalupe! ¡Medianera de todas las gracias! — es decir, de la gracia grandiosa de nuestra redención por medio del sacrificio supremo de Jesús, Su Hijo, crucificado por nosotros en la cruz satisfaciendo la expresión X = Y, cual elaborado en la más urgente de mis charlas cortas, la tercera.
¡Que viva la Reina del Tepeyac! ¡Madre Nuestra y Corredentora con Él! ¡Que viva María, Madre de Dios! ¡María, la preferida!
¡OH VIRGEN PREFERIDA!
¡Para la Guadalupana!

Oh Virgen preferida
Reina de los cielos,
fiel promesa eterna
regalo de Dios,
para que sanaran
toditos los pueblos,
oh Virgen divina
con fe en el amor.
En medio de maldades
soñando con verdades,
y con el alma abierta
deseando ya vencer,
pido Virgen querida,
oh Madre inmaculada,
recibe esta tonada
y guía mí proceder.
Virgencita querida
por siempre enamorada,
por tus humildes votos
nació el buen Señor:
quien nos enseñó a querer
con savia de tu ser,
y presto nos acoge
con tierno corazón.
En este día sagrado
te traigo mi canto,
Madre Guadalupana
virgen del Tepeyac,
y así como Juan Diego
reflejemos tu encanto,
y sea un tiempo sabio
y reine la hermandad.
(diciembre 2004/diciembre 2021)
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La versión final de la canción se puede escuchar y visualizar aquí, cortesía de Tony Estrella y ANESMA Networks…
Canción registrada ASCAP 914294816 copyright © 2021 by Carlos E. Puente
EXCELENTE !!!!!!!!!!!!!!!!! BUENA ESA PRIMO !!!!!!!!!!!
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